lunes, 18 de mayo de 2015

Liturgia mozárabe. Oración admonitionis en la Solemnidad de la Ascensión


Procurad, oh hermanos muy queridos,
abandonar la carga de los pensamientos profanos,
levantad vuestro espíritu
y tomad vuestro vuelo hacia las regiones superiores.
Seguid con los ojos del corazón a la humanidad que Cristo asumió,
escoltada a lo más alto del cielo:
el objeto asombroso que se propone a nuestra contemplación,
es Jesús, nuestro Señor. 
Asocia la bajeza de la tierra a la nobleza del cielo.
Hace falta una vista penetrante
para considerar el lugar a donde debemos seguirle.
En este día nuestro Salvador,
después de haber tomado nuestra carne,
recupera el trono de su divinidad.
En este día presentó a su Padre su humanidad
que ha sometido al sufrimiento. 
Exalta en los cielos a la que ha humillado en la tierra.
Va a ver la gloria el que ya ha visto el sepulcro.
Y aquel que por vencer a la muerte
nos ha otorgado el beneficio de su muerte,
nos gratificó con la esperanza de la vida
por el ejemplo de su resurrección. 
En este día ha vuelto al Padre,
el que no ha aparecido nunca sin el poder del Padre,
el que es su igual. 
Así, no siendo por su naturaleza más que uno con el Padre,
al entrar en el cielo como hombre nuevo,
no tomó una nueva humanidad.

Imploremos, pues, del poder del Padre,
en nombre de su Hijo nuestro Salvador,
el envío de la gracia espiritual,
el don de la eterna beatitud,
la ascensión hacia la mansión feliz,
el progreso de la verdadera fe
y la ruina de la infidelidad herética. 

Ciertamente oirá en su gloria
a los que buscó cuando estaban perdidos. 
El que no rechazó a los extraños
será cortés con los suyos. 
Nos ayudará a nosotros que creemos en él
puesto que no nos abandonó cuando estábamos por conocerle.

El que hizo de sus enemigos hijos obedientes
no nos dejará huérfanos. 
Y, en fin, el que prometió el espíritu de la santidad,
nos concederá el objeto de nuestras súplicas.
R/. Amén.

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