sábado, 2 de mayo de 2015

Liturgia copta. Anáfora de san Marcos

Icono copto de Cristo

En verdad es digno y justo, santo y noble, 
y útil para nuestras almas, 
el que eres, Dominador, Señor, Dios Padre todopoderoso, 
cantarte, celebrarte en himnos, darte gracias, confesarte 
de día y de noche, 
con voz incesante y labios que no callan corazón que no enmudece; 
a ti que hiciste el cielo y cuanto en el cielo hay, 
la tierra y cuanto en la tierra se halla, 
los mares y las fuentes, los ríos y los lagos
y cuanto en ellos se mueve; 
a ti que hiciste al hombre a tu propia imagen y semejanza, 
a quien diste en regalo las delicias del paraíso 
y no lo despreciaste ni abandonaste cuando prevaricó, 
antes bien, Dios bueno, 
lo volviste a llamar por medio de la ley, 
lo instruiste por medio de los profetas, 
lo restauraste y renovaste por medio de este tremendo, 
vivificante y celestial misterio.

Y todo lo hiciste por medio de tu Sabiduría,
la luz verdadera, 
tu unigénito Hijo, Señor, Dios y Salvador nuestro Jesucristo; 
por él, a ti, con él y el Espíritu Santo, 
dando gracias, te ofrecemos 
este culto espiritual e incruento, 
que te ofrecen, Señor, todos los pueblos 
desde el oriente hasta el ocaso, del septentrión al mediodía; 
porque grande es tu nombre entre todos los pueblos 
y en todo lugar se ofrece incienso a tu nombre y un sacrificio puro, 
un sacrificio y una oblación.

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