jueves, 30 de abril de 2015

Liturgia mozárabe. Oración entre los Dípticos del Domingo IV de Pascua


Oh Dios bendito,
Padre universal y creador de todo lo que existe:
que impones a cada naturaleza una ley inmutable,
quedando tú mismo libre de la ley natural;
que das muerte a la muerte,
debilitas al diablo,
aniquilas el mal,
otorgas la santidad,
realizas la inmortalidad,
destierras la enfermedad
y adaptas tu inmensidad acogedora
a la santidad de tus almas fieles.

Que para erradicar los errores de este mundo
y confundir a toda criatura de maligno poder
quisiste que tu Palabra,
fuerza y sabiduría, nuestro Dios y Señor Jesucristo tu Hijo,
fuera partícipe de nuestra carne caduca.
Por su medio te damos gracias
por este día de Pascua verdadero y acabado,
perfeccionado con su pasión preciosa
para salvación del género humano;
en el que él bajó a los infiernos,
venció a la muerte,
confundió al diablo
y abrogó las leyes del Tártaro,
con el fin de corresucitar en su humanidad,
de la que se había separado por la muerte,
a la realidad de toda carne 
que en él mismo había sido regenerada.

Por lo cual, Padre omnipotente,
haz que nosotros,
proclamando santo este día para la posteridad
y memorable para las generaciones,
lo celebremos no en la amargura de los vetustos ácimos,
ni en el fermento de la anterior malicia,
sino bajo el nuevo y puro rocío de la inocencia renacida,
 siendo libres y regenerados, santificados y coronados.
R/. Amén.

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