martes, 3 de marzo de 2015

Llamé mi luz a la tiniebla escura


 Llamé mi luz a la tiniebla escura,
gloria a mi pena, a mi dolor consuelo,
provecho al daño y al infierno cielo.
¡Qué ciego error! ¡Qué bárbara locura!
 
 ¡Ay luz divina!, sobre todas pura
cuantas vivieron el humano velo,
o el intelectual de ardiente celo,
¡quién conociera entonces tu hermosura!

Origen de la luz, luz poderosa,
luz que ilumina el sol, las once esferas;
luz, ¿quién es luz, sino Tú, luz hermosa?

¡Ay loca ceguedad, cuál me pusieras,
si fiado de luz tan mentirosa
eterna noche de mis ojos fueras!

Lope de Vega
Rimas Sacras. Soneto XXXIV

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